“Aún lo recuerdo como si fuera ayer”, es lo que manifiesta
Juan Maldonado con un leve suspiro y una profunda tristeza en sus ojos, a punto
de escapársele una lágrima. Esta historia comienza un 20 de Septiembre de 2011,
en el mes de los enamorados y para este par –Juan y Sofía- no iba a ser la
excepción. 
Se encontraba Sofía aquella mañana en la parada de bus, en
su cara se reflejaba un poco de afán, debido a que iba tarde a su trabajo, en
ese preciso momento pasa en su automóvil Juan quien era vecino de ella; por
cosas del destino sus miradas nunca se habían cruzado hasta ese momento, ya que
sus corazones se flecharían en un instante.
Este caballero queriendo ser amistoso ofrece su
colaboración a la dama llevándola cerca del trabajo, pues coincidencialmente
quedaba por la ruta que usaba Juan; Sofía temblorosa se sube en el auto y con
un buenos días entre cortado mira a éste. Ese encuentro de miradas, ahora más
cercanas produjo entre este par una fuerte química. 
Durante el recorrido su conversación fue amena y se conocieron
un poco más, Maldonado decide dar el primer paso y así rompe el hielo diciendo
“Esos huequitos que se te hacen en las mejillas, se le hacen también a mi
mamá”, Sofía solo se sonroja y agacha la mirada. Posteriormente Juan pide a
ésta iniciar una bonita amistad, ella un poco dudosa debido a la diferencia de
edad, acepta y da su número de teléfono; y como no todo dura para siempre,
llegó el momento que los dos menos querían, cada uno debía ir a sus trabajos.
Una semana después, nuestra hermosa dama recibe una
llamada, y para sorpresa suya era Juan, ella muy emocionada lo saluda con
efusividad y éste ve aquel gesto con agrado; se proponen salir esa misma tarde.
A la salida de su trabajo, Juan estaba esperando a Sofía para ir juntos a
comer, durante la velada hablaban de sus gustos, intereses y pasatiempos, este
par empiezan a sentir los estragos del amor; pero como en casi todas las
historias se presenta un pequeño lunar, Juan estaba atravesando por su
divorcio, cosa que Sofía tenía muy presente.
Al cabo de tres meses, sus almas se habían vuelto una
sola, Juan superó su divorcio y veía en Sofía una compañera y amiga, solían
hacer todo juntos, pasear por las calles, sentarse a mirar la luna, hablar por
horas, cuando podía ella le colaboraba con las cosas de su trabajo –debido a
que era ingeniero civil-,  es por esto
que el dichoso caballero decide proponerle matrimonio a Sofía.  Tras una cena en un reconocido restaurante de
Bucaramanga, en medio de velas y muchas flores, Juan se arrodilla y ofrece un
anillo a Sofía, como muestra de amor y mientras las personas del lugar miraban
a Maldonado como un loco enamorado, Sofía con dicha en su corazón lo besa y
acepta casarse con él.
Para finales de diciembre de ese mismo año, los
preparativos marchaban como viento en popa, pero hacía falta un pequeño
detalle, ¿Cómo le dirían a los padres de Sofía de la dichosa boda?, por el
momento pensaron en guardar silencio mientras buscaban la casa en donde
vivirían y crecerían sus futuros hijos; este par de enamorados no contaban con
la aparición de un recuerdo del pasado que empañaría esa felicidad. Para el 29
de diciembre, se descubre ante los padres de Sofía el romance que llevaba con
Juan, debido a la ex esposa de Juan quien decidió arruinar esta felicidad;
siendo los padres de Sofi muy conservadores, no vieron con buenos ojos esta
relación y mucho menos dieron el consentimiento para la boda, así que
decidieron llevarla lejos, a un lugar donde no tuviera acceso a comunicarse con
Juan.
Después de un tortuoso mes, vuelve Sofía un poco delgada
y con amargura en sus ojos a casa de sus padres, a éstos los veía como enemigos
ya que lo apartaron del hombre de su vida; durante ese tiempo guardó la
esperanza de que aún Juan la esperaría, pero la realidad fue otra, éste había
vuelto con su esposa. Durante los siguientes días ella se preguntaba “¿por
qué?, ¿quizá dejó de quererme?, ¿de verdad me amaba?”. 
Para el mes de enero del siguiente año, tuvo la
oportunidad de encontrarse con Maldonado y le pidió mil explicaciones, éste con
un ligero dolor en su alma le dice “era lo mejor para los dos”, “tomé la
decisión pensando en tú bienestar”; con lágrimas en los ojos, Sofía gritaba en
su interior, “lo mejor para los dos”, “si lo mejor para nosotros era estar
juntos”, con esta inmensa tristeza y decepción vuelve a su casa, se encierra en
su cuarto y como cualquier ser humano se desahoga llorando; por un lapso de dos
horas piensa en los momentos vividos con Juan, sus planes de boda y la terrible
separación, un poco temerosa, busca entre sus cosas algo que le ayude a sobre
llevar su pena y en medio de la crisis decide lanzarse del balcón de su casa,
culminando así con su vida.
La noticia llegó a oídos de Juan, quien se desespera al
saber el acontecimiento. Sofía muere un 30 de enero, la caída proporcionó su
muerte instantánea. Hoy día los padres de ésta culpan a Maldonado por la
pérdida de su hija, sin cuestionarse, que la culpa también  recaía en ellos por haberse interpuesto en
aquel amor. Por su parte Juan se lamenta por la muerte de Sofía, y cada
viernes  se acerca al cementerio a
llevarle flores y hablar con ella. En la conciencia de este hombre retumba su
falta de carácter y haberse cruzado de brazos ante el primer obstáculo.
