miércoles, 10 de julio de 2013

CRÓNICA DOS: DE COMPADRES A ENEMIGOS

Es sábado por la mañana y los primeros rayos del sol cobijan al par de compadres que todos los días salen a laborar por las calles del Centro de Bucaramanga, y no es cualquier trabajo ya que madrugan a las tres de la mañana para comprar la mercancía que posteriormente venderán al “menudeo” como ellos mismo lo llaman. Sí, son vendedores ambulantes que por medio de este humilde pero honrado trabajo intentan sacar adelante a sus familias conformadas por esposa y cinco hijos respectivamente.

La mañana transcurre sin percances, Juan, el vendedor de la zorra amarilla con banderas de Colombia que contiene mangos, invita el desayuno a su compadre Jorge quien vende aguacates en una canasta pequeña para mejor comodidad. El desayuno es el predilecto de todo colombiano, tamal, chocolate y pan, realmente se ve la familiaridad con que se tratan este par de personas, y no es para menos, Jorque es el padrino de Wendy, la hija menor de Juan.

Trascurren las horas y empieza el agitado comercio por la calle 33, cerca de la plaza central; las señoras de la “vida alegre”, (si es que se le puede llamar así a las pobres mujeres que tuvieron poca fortuna en la vida), salen a esperar clientes pueblerinos que llegan en busca de los servicios de éstas; el tráfico se hace más lento por las múltiples carrozas de mercado ubicadas sobre la calle y la gente que se estaciona para escoger la mejor mercancía para llevar a sus hogares. Jorge logra vender tres aguacates por cinco mil, además ayuda a su compadre convenciendo a la ama de casa para que lleve también los frescos mangos de Juan para que haga un delicioso jugo para el almuerzo. En esta constante interacción de fraternidad pasa la mañana hasta que llega el almuerzo.

Con el ardiente sol de mediodía los compadres mandan a comprar un par de cervezas para calmar la sed producida por “el mono” (el sol), que entre risas y chanzas van pidiendo más alcohol y dejan a un lado su mercancía para darse un espacio de esparcimiento y diversión. Mientras van llegando sus hijos a pedir dinero para comprar golosinas, los compadres completan una caja de cerveza Águila y se va acortando el presupuesto para el mercado semanal de sus casas. 

Hacia las cinco y treinta de la tarde el alcohol ha inundado cada vena de sus cuerpos y los ha vuelto vulnerables; fraternalmente se proclaman la amistad sincera que llevan y lo duradera que llegará a hacer, pero a las seis de la tarde esta amistad daría un vuelco.

No en vano dicen que los niños y los borrachos dicen la verdad, y esta razón sería la causa de un rose; a Jorge se le ocurre mencionar un encuentro furtivo que tuvo en su juventud con Marina, la mujer de Juan, éste bastante acalorado y decepcionado de su compadre saca su cuchillo con el que abre las cajas de mercancía y amenaza a Jorge con arrebatarle la vida. Éste no se queda atrás y desenfunda un arma corto punzante con la que responde a las amenazas de Juan. Mientras los gritos de los curiosos y algunos transeúntes impactados, se va avivando  la riña entre los dos hombres que hasta hace una hora eran amigos y compadres del alma.

En una maniobra bien elaborada y aprovechando el descuido de Jorge a quien el alcohol está disminuyendo sus reflejos, Jorge clava en el abdomen de su compadre el cuchillo y posteriormente se ensaña con éste hombre que cayó boca abajo contra el pavimento; al ver correr la sangre, los curiosos llaman inmediatamente a las autoridades competentes quienes no demoran en bajar del CAI ubicado en el parque Centenario. Dos de los tres policías esposan a Jorge quién todavía se encuentra sobre el cuerpo aún con vida de su compadre, salpicado hasta el alma de sangre se llevan al vendedor de aguacates para el CAI e inician el proceso legal correspondiente; por otro lado la ambulancia traslada de inmediato a Juan al hospital universitario pero en el camino muere.

Ante esta situación que agrava el delito de Jorge, éste es enviado a la cárcel modelo a primera hora del domingo. Los forenses indicaron que el pulmón de Juan estaba totalmente destruido por las diferentes puñaladas recibidas que en total fueron cuarenta y cinco.

La investigación que reunió el encargado del caso arrojó que el comportamiento de este par de compadres  era habitual pero el sábado 13 de abril la historia cambiaría. Los testigos dijeron que se había iniciado ya que Juan insultó a la madre de su compadre, otros dijeron que fue porque Jorge no quería pagar las dos canastas de cervezas consumidas en la tarde y unos pocos mencionaron la razón anteriormente citada de los amoríos de Marina y Jorge.


La única verdad es que por una tarde de “frías” dos familias quedaron sin padre, por un lado la familia del difunto Jorge y por el otro la familia de Juan, quien recibió 25 años de cárcel por su delito y sobre todo terminó la amistad entre dos grandes compadres quienes por los influjos del alcohol se convirtieron en enemigos.